domingo, 27 de enero de 2013

SONRIANLE AL COLISEO



a Ceci

“Sonríanle al Coliseo”  nos decía Ceci cuando nos enseñaba  a bailar marinera durante un verano, aunque nosotras con las justas podíamos mover los pies contando los pasos…

Cómo empezar a  hablarles de esta amiga tan querida y especial.   Resumir en unas líneas lo que ella representó para quienes la conocimos no es tarea fácil.  Ha sido  tanto lo compartido… hay tantas anécdotas

Para ella, cada día era una aventura a ser vivida con intensidad.  A todo le ponía su fuerza y alegría. Su familia, no solo su esposo y sus hijos, también sus padres, hermanos, primos, tíos.  Me encantaba que me contara lo que iba a preparar para el lonchecito de los sábados con sus papás y sus tíos para engreírlos…  Yo pensaba: “qué cariñosa, qué suerte que tiene su familia al tener a alguien como ella”   Compartía algo especial con cada uno de sus  amigos, algo  importante y único.  Era ella la que siempre organizaba los grupos, la preparación de las fiestas de conmemoración, cualquier motivo era bueno para celebrar la amistad.   El año pasado nos reunimos  en julio para celebrarla, sabiendo que era probable que fuera el último 28  en el que brindaríamos por la Patria, como ella hacía cada año.

¡Su amor por el Perú, un amor verdadero que le salía por los poros!   Tanto, haciendo política, como visitando comunidades en las alturas de Cusco  para ayudar; alentando y admirando a Aida, una señora que vive en Calca y prepara unos postres deliciosos…  ¡si le hubiera pedido le habría puesto una pastelería!    Manejando  horas para llevarnos a conocer algún sitio especial, por ejemplo,  a  comer el pato y los helados en Lucre (un pueblito del Valle del Urubamba)… o ir a la fiesta de la Virgen de la Candelaria, en Puno  Amaba todo del Perú.  Hace poco me había contado,  cómo se emocionó hasta las lágrimas, frente al puente nuevo en Puerto Maldonado,  al ver la belleza del paisaje de la selva peruana  y en esta admiración agradecía a Dios por ser peruana.

Preparar el almuerzo diario, ir al mercado a comprar los ingredientes fresquitos  o de pasada comprar chifa en uno de los huariques que había descubierto su hermano:  ir a Gamarra para comprar una tela y coserse un vestido el mismo día del evento.  Darse tiempo para ir a la playa un rato a cualquier hora,  no nos alcanzó para ver el sunset con una copa de vino en el malecón…En pocas palabras:  una apasionada por la vida. Tenía esa pasión que da la alegría de vivir, creo que por eso todas nos resistimos a aceptar que ya no está con nosotros, aunque nos “guiñe el ojo”  desde donde está ahora (como dice María Clelia) cuando estamos juntas.


Si tuviera que describirla en una palabra sería: auténtica.  Ceci era realmente consecuente con su pensamiento,  actitud palabra y sentimiento, transparente…  
Ceci, permíteme una pregunta:   ¿Cómo hacer para que desde donde estoy trabajar por un Perú  mejor como lo hiciste tú?  Con la misma pasión.  Estoy feliz de estar en el grupo que formaste y estar comprometida a continuar tu obra, mientras tú sonríes  a  otro coliseo…