lunes, 10 de marzo de 2014

UN PELLIZCO




Hay pellizcos que emocionan, como cuando sucede algo maravilloso… estamos cumpliendo un sueño…o cuando nos sacamos un premio precioso podemos decir: “Pellizcame para ver que no estoy soñando”.


Hay otros que no queremos recordar por dolorosos… una vez cuando tenía nueve años una profesora me pellizcó. No fue tanto el dolor, sin embargo, me sentí desconcertada, sorprendida, ofendida. Ahora cuando me acuerdo, me imagino que estar frente a 30 niñas alborotadas, sin tener vocación de maestra, debe ser muy difícil.

En todo caso ahora tomo el pellizco como una metáfora donde la frase “Nada te puede herir más alla de tu piel” adquiere sentido y grafica la idea. Quiero decir que cuando decimos,  por ejemplo: “Me ha herido en el fondo del alma “, “Me ofendió con sus  palabras” son nuestros pensamientos acerca de lo que el otro hace lo que nos hiere. Algunas veces además, son nuestras expectativas las que condicionan nuestros pensamientos: “Es lógico que esté molesta con él sino me saludó”.

Pocas veces hacemos estas consideraciones, las reglas de cortesía sí ayudan a las buenas relaciones. A lo que hago referencia en concreto es  a circunstancias en donde las actitudes de otros nos dañan y ofenden hasta el resentimiento. En estos casos sí ayuda a preguntarnos qué hay detrás de lo que el otro está haciendo. Situaciones tan simples como una llamada no devuelta, un saludo no correspondido y otras interpretaciones arbitrarias de la conducta ajena… qué tal si solo nos preguntamos ¿Qué raro? ¿Qué le habrá pasado? Cuando alguien nos diga algo ofensivo, podemos separarnos de las palabras y decidir no aceptarlas.

Hagan la prueba, como un juego. Les aseguro que funciona.