a Ceci
“Sonríanle al Coliseo” nos decía Ceci cuando nos enseñaba a bailar marinera durante un verano, aunque nosotras
con las justas podíamos mover los pies contando los pasos…
Cómo empezar a hablarles de esta amiga tan querida y
especial. Resumir en unas líneas lo que
ella representó para quienes la conocimos no es tarea fácil. Ha sido tanto lo compartido… hay tantas anécdotas
Para ella, cada día era una aventura
a ser vivida con intensidad. A todo le
ponía su fuerza y alegría. Su familia, no solo su esposo y sus hijos, también
sus padres, hermanos, primos, tíos. Me encantaba
que me contara lo que iba a preparar para el lonchecito de los sábados con sus
papás y sus tíos para engreírlos… Yo pensaba:
“qué cariñosa, qué suerte que tiene su familia al tener a alguien como ella” Compartía
algo especial con cada uno de sus amigos,
algo importante y único. Era ella la que siempre organizaba los grupos,
la preparación de las fiestas de conmemoración, cualquier motivo era bueno para
celebrar la amistad. El año pasado nos
reunimos en julio para celebrarla,
sabiendo que era probable que fuera el último 28 en el que brindaríamos por la Patria, como
ella hacía cada año.
¡Su amor por el Perú, un amor
verdadero que le salía por los poros! Tanto,
haciendo política, como visitando comunidades en las alturas de Cusco para ayudar; alentando y admirando a Aida,
una señora que vive en Calca y prepara unos postres deliciosos… ¡si le hubiera pedido le habría puesto una
pastelería! Manejando horas para llevarnos a conocer algún sitio
especial, por ejemplo, a comer el pato y los helados en Lucre (un pueblito
del Valle del Urubamba)… o ir a la fiesta de la Virgen de la Candelaria, en
Puno Amaba todo del Perú. Hace poco me había contado, cómo se emocionó hasta las lágrimas, frente al
puente nuevo en Puerto Maldonado, al ver
la belleza del paisaje de la selva peruana
y en esta admiración agradecía a Dios por ser peruana.
Preparar el almuerzo diario, ir al
mercado a comprar los ingredientes fresquitos o de pasada comprar chifa en uno de los
huariques que había descubierto su hermano:
ir a Gamarra para comprar una tela y coserse un vestido el mismo día del
evento. Darse tiempo para ir a la playa
un rato a cualquier hora, no nos alcanzó
para ver el sunset con una copa de vino en el malecón…En pocas palabras: una apasionada por la vida. Tenía esa pasión
que da la alegría de vivir, creo que por eso todas nos resistimos a aceptar que
ya no está con nosotros, aunque nos “guiñe el ojo” desde donde está ahora (como dice María
Clelia) cuando estamos juntas.
Si tuviera que describirla en una
palabra sería: auténtica. Ceci era realmente consecuente con su
pensamiento, actitud palabra y sentimiento,
transparente…
Ceci, permíteme una pregunta: ¿Cómo hacer para que desde donde estoy
trabajar por un Perú mejor como lo
hiciste tú? Con la misma pasión. Estoy feliz de estar en el grupo que formaste
y estar comprometida a continuar tu obra, mientras tú sonríes a otro
coliseo…