Son tres:
El orden y la jerarquía “en el orden el amor fluye”. Somos hijos de nuestros padres, es es nuestro lugar, en el orden en que nacimos. Cada cual en su lugar tiene la mayor fuerza y puede ejercer su potencial y talentos en plenitud.
La pertenencia “todo lo que es tiene derecho a ser como es” cada cual en su lugar pertenece a su familia para siempre y lo que muchas veces nos presenta dificultades en la vida es no estar en nuestro lugar. Tomar a todos como son, empezando por los padres nos allana el camino de realización y prosperidad.
El equilibrio entre el dar y tomar “doy lo que auténticamente puedo dar, y tomo lo que puedo tomar”. Estando libre del pasado, de intrincaciones, me permite estar en el presente disponible para los míos tanto para dar como para recibir.
Estos tres ordenes funcionan como fuerzas inconscientes, como la gravedad, aunque no las tengamos en cuenta están presentes.
En el tiempo se añadió como requisito la Sintonía con la vida que significa decir si a la vida tal como es, a los son tal como son y a todo tal como es. De ahí partir y ver que podemos cambiar para vivir más plenamente y que no está en nuestras manos.
Es un método vivencial, fenomenológico, se ve lo que aparece en el momento sin teorizar previamente.
Es también sistémico, lo que yo pongo en orden, ordena mi sistema familiar y mejora las relaciones con las personas involucradas.
Es atemporal, porque incluye a los ancestros, Hellinger dice “cuando los vivos viven, los muertos descansan en paz,”
Cada sesión es única y transformadora por la persona que revisa sus asuntos siente en ella misma el camino a seguir para lograr el cambio que necesita. El facilitador no diagnostica sino que dirige a la persona para que ella encuentre los caminos de solución.
Los movimientos del alma son lentos, hay que dejar que actúan sin nuestro análisis posterior al trabajo en las sesiones.
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