lunes, 7 de julio de 2025

Meditar, meditar, meditar

 


Meditar,  meditar, meditar

 

Se trata solo de prestar atención a la respiración, sin pretender dejar de pensar, más bien dejar que pasen los pensamientos y volver a la respiración.  

 

Nazareth Castellanos en su libro “El puente donde se posan las mariposas”, nos explica   como al prestarle atención a la respiración la actividad neuronal es superior a cuando dirigimos la atención a cualquier estímulo del exterior.  Al hacerlo se fortalece un área cerebral llamada la certeza cingulada, su parte anterior que está más cerca de la frente y esta región está involucrada en la gestión del estado de ánimo. Además se produce un crecimiento de las conexiones neuronales y se organizan de forma óptima las redes cerebrales.

Diversos estudios, entre ellos de la universidad de Masachusetts se ha comprobado que con ocho semanas de práctica diaria puede cambiar el cerebro. en las regiones cerebrales relacionadas con la memoria, la autoconciencia, la empatía y el estrés. Es decir, que algo considerado espiritual, nos transforma físicamente y puede mejorar nuestro bienestar y nuestra salud.

 

Si, digamos que “está de moda” meditar y eso es bueno. Nos ayuda en todo sentido, más allá de si lo creemos o no. Es cuestión de probar.   Empezar con 11 minutos, media hora es mejor, apenas despertamos (o en algún momento tranquilo del día)  Estaremos con más energía todo el día, podremos estar atentos a las emociones que surgan, mayor capacidad de concentración… parece mucho, pero si, es verdad.  

 

Cómo empezar, solo respirando conscientemente,  contamos tres o cuatro inhalaciones, retenemos el aire tres o cuatro segundos  y  soltamos el aire por la nariz lentamente contando  ocho  o 10 segundos.  

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