Generalmente nos lleva a participar en un taller de
constelaciones un afán de comprensión distinta a lo habitual. Tal vez sólo llevados por un amigo o familiar
o algún comentario al respecto que resuena en nosotros. Lo único necesario es abrirse a la
experiencia sin juicios. Estar sereno
para percibir y sentir lo que se presente.
Al ser elegido como representante, estar en el lugar de otro, nos permite
una mirada diferente que enriquecerá nuestra percepción.
También se hace patente la cohesión que se forma con
el grupo de trabajo, la confianza que se genera entre los participantes hace
posible una comprensión distinta y es un punto de partida para un cambio de
mirada a la propia vida, que nos permitirá vivir de otra manera.
Preparación para la propia
constelación.
Si no hay una intención previa, en el taller va
surgiendo el tema que necesitamos mirar para nuestro mayor beneficio y que será
como la palanca para iniciar el cambio en el sistema familiar. La pregunta tiene que ser clara y concisa,
sentida. Muchas veces esto se dilucida
en la entrevista con el constelador, quién ayudara a clarificar el tema a
trabajar.
La riqueza de este método es que nos da una mirada
espacial que permite ver las dinámicas que no aparecen a simple vista y lo que
nos dar un entendimiento nuevo del asunto tratado.
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