Hace
poco hice un trabajo muy enriquecedor para todos los que participamos en
él. Fue una sesión de coaching de
equipos y una clase de cocina.
El
fuego, el hogar, ha sido desde siempre el centro de reunión de los seres
humanos. Es natural para nosotros estar
reunidos alrededor del fuego, es un espacio de celebración y alegría
espontanea, donde además se da la gratificación de una comida preparada con la participación de todos.
Cocinar
es fundamentalmente un trabajo en equipo donde la participación de cada uno, en
su posición es indispensable para el logro de los objetivos. Al igual que en
las áreas de una empresa donde cada cual tiene su mejor participación cuando
ocupa su lugar.
Esta
experiencia, para el equipo y para mí como coach, nos permitió darnos cuenta
cómo es posible aprender algo nuevo, o redescubrir talentos que creíamos
olvidados o pensábamos que no teníamos.
Aprendimos
como la organización con paciencia y perseverancia da buen resultado y como
todos podemos ser creativos si somos flexibles al aprovechar lo
inesperado. También nos dimos cuenta la
importancia de la confianza en el líder, un líder seguro, conocedor de su trabajo que es a la vez su pasión. Todas estas
cualidades necesita un chef y son las mismas que se aplican para todo
trabajo en equipo.
El
aprendizaje de nuevas habilidades en el adulto da una motivación intrínseca muy
valiosa.
La
magia está en combinar los ingredientes y las cantidades adecuadas, al igual
que en una empresa se combinan los talentos de cada uno para que el total sea
más que la simple suma de elementos y de esta manera poder alcanzar los
objetivos y que además todos estén contentos
con los resultados.
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