LIBRO DE RECLAMACIONES
(no se acepta reclamos)
Cuanto más pronto salgamos del reclamo, más pronto
podremos hacernos cargo de nuestra vida de una manera nueva, viviendo el
presente sin tratar cambiar el pasado, pensando que pudo ser diferente. Lo que fue, fue tal como fue.
Lo que si podemos hacer es cambiar la historia que nos
hemos contado y así cambiar el pasado.
Por ejemplo, sentimos que la vida fue injusta porque el padre nos
abandonó; tal vez fue ese un acto de amor, tal vez la vida hubiera sido más
difícil si él se quedaba, tal vez no pudo hacer otra cosa. Ver a los padres como seres humanos
imperfectos nos alivia, nos pone en nuestro lugar de hijo con respeto y
gratitud hacia ellos.
La gratitud por la vida que vino a través de ellos, nos
libera, ya que a pesar de sus debilidades la vida nos llegó completa. Decir: “gracias por la vida tal como me vino,
ahora yo me hago cargo” nos devuelve nuestra fuerza.
Una de las características de nuestra sociedad es el
juicio. “Esto es bueno, aquello malo, esto me gusta, esto no.” Siempre estamos juzgando aquello con lo que
nos relacionamos, con el entorno, con las personas, con el clima. Si hay sol: ójala baje el calor; si no lo
hay: que pena que el verano no
llega. Todo forma parte de una realidad
más grande que nosotros, que no comprendemos. A esa Realidad, con mayúsculas, no le importa
si estamos de acuerdo o no.
Nietzsche decía “realidad y perfección es lo mismo.” Difícil entenderlo en los momentos que
estamos viviendo. El aceptar la
realidad no significa conformismo, sino aceptación del pasado tal como sucedió. Las palabras “Es lo que hay” de la sabiduría
popular son una guía. Una manera de
hacerlo es solo centrarnos en lo que estamos haciendo como dicen los maestros
orientales “cuando comas, come, cuando camines, camina.”
Podemos tomar como ejemplo a los árboles que no se
comparan. Cada uno crece según su ser
interno. No están diciendo “mis raíces
son delgadas, quisiera que fueran más gruesas” o “mis hojas son muy grandes, me
gustan más las tuyas.” El sauce no le
dice al roble nada… solo crece cada uno a su manera, y en todo caso entrelazan
sus raíces y comparten el alimento de la tierra y el calor del sol. Tal como nosotros, lo que pasa es que esta
conexión la damos por sentada. Mientras
más conciencia del lugar que ocupamos en la Tierra y de lo que hagamos afecta a
todos, más confianza en la Vida experimentamos.
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