APUNTES SOBRE
CONSTELACIONES FAMILIARES
Comparto con
ustedes algunos apuntes de la página de Brigitte Champetier de Ribes www.Insconfa.com.
Leerlos con el corazón abierto, aunque no coincidamos o comprendamos totalmente,
nos ayuda a ir alineándonos con los Órdenes del amor, orden que se extiende
nuestro sistema familiar, a nuestro entorno laboral también. Nos
ayuda a encontrar la fuerza que recuperamos al ocupar nuestro propio lugar, sin
juzgar el lugar de los otros, sin querer que sean diferentes, sin recetas para
los demás.
La
sintonía con la vida
Es un hecho
natural. Reconocer lo que es, tomar las cosas como
son. No es resignación, va más allá de la mera aceptación. Es
decir sí con alegría, con fuerza.
Empezar por
reconocer que somos hijos de nuestros padres, tal como fueron, a pesar de los
juicios posteriores. La vida de nuestro padre y nuestra madre, tal como fue,
fue perfecta para que tengamos la nuestra. La fuerza de la vida que está en
nosotros es perfecta. Somos vida y reconocernos "hijos" nos
sintoniza con ella. Ser hijo de es para siempre, cuando morimos seguimos
siendo “hijo de.” Esta vida la reconozco en el momento presente,
aquí y ahora.
La fuerza de la
concepción es extraordinaria, es pura energía de vida y la biología de nuestra
madre desde ese momento vela por nuestra vida, cualquiera fueran las
circunstancias.
En mi hay una
nueva oportunidad de orden en el sistema familiar y es en el momento presente,
dirigiéndome al futuro que se materializa este orden. Reconocerme como
“hijo o hija de” me sintoniza además con Algo más grande. Permite que
nuestra vida fluya espontaneamente
en el respeto de la jerarquía natural, de la pertenencia y del equilibrio entre
dar y recibir.
No reconocernos
como “hijo o hija de” tiene como consecuencia inmediata
cortarnos de la vida y de su fuerza. Nos corta del respeto instintivo a los órdenes del amor. Me aleja de mi
grupo familiar y provoca la exclusión de otros y de mi misma. Este
no reconocimiento es a veces sutil…
El querer que
fuera diferente, tanto las personas como las circunstancias, es una manera de
no reconocer. Volver a los órdenes del amor es un proceso que
empieza por tomar conciencia de nuestro lugar de hijo.
Sólo reconocemos
los órdenes del amor por la
consecuencia dolorosa de su transgresión. Como dice Bert Hellinger, sólo
conocemos los órdenes del amor
por sus efectos. Si hemos tomado a nuestros padres, estos órdenes son respetados de un modo
implícito. Es el rechazo a los padres, por ende a la vida como es, lo que
provoca los desórdenes y la necesidad de conocer estos órdenes del amor.
Sintonía con el Vacío creador
Reconocerme como
hija o hijo de mis padres me conecta con lo siguiente: ambos juntos me conectan
con Algo más grande. La madre me conecta con la vida y con el equilibrio entre
el dar y recibir, el padre con el orden y la pertenencia y con lo cuántico.
La intención del Vacío es
crear más vida. Tener más conciencia nos lleva a servir
mejor a la vida, sirve para vivir con más plenitud. Tener más conciencia nos
acerca a la vida. Algo más grande crea la vida y todo lo que sigue creando lo
hace al servicio de la vida. Su intención es que vivamos, comprendiendo y sin
comprender, aprendiendo y sin aprender, viviendo. Y ayudando a vivir. Vacío y vida van unidos: la vida
creada y deseada por el Vacío, el Vacío creando todo al servicio de la vida. La
vida honrando al Vacío por el mismo hecho de ser vivida.
La vida es una
manifestación de Algo más grande. Ese Algo, el Vacío, se manifiesta a sí mismo a través de la vida. En las
constelaciones vemos una y otra vez que el vacío no necesita que se le rinda
honores, lo que necesita es que vivamos totalmente esa vida creada por él. Así es como se siente honrado y
agradecido. Somos vida, y al reconocerlo nos transformamos en manifestación de
ese Algo más grande, o más bien tomamos conciencia de haber
sido esa manifestación desde que fuimos concebidos. Sin necesidad ni
posibilidad de comprender, no es algo asequible intelectualmente. Sólo vibramos
con ello. Estamos conectados a algo de otra dimensión.
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