lunes, 3 de octubre de 2016

APUNTES SOBRE CONSTELACIONES FAMILIARES


Comparto con ustedes algunos apuntes de la página de Brigitte Champetier de Ribes  www.Insconfa.com.   Leerlos con el corazón abierto, aunque no coincidamos o comprendamos totalmente, nos ayuda a ir alineándonos con los Órdenes del amor, orden que se extiende nuestro sistema familiar, a nuestro entorno laboral también.   Nos ayuda a encontrar la fuerza que recuperamos al ocupar nuestro propio lugar, sin juzgar el lugar de los otros, sin querer que sean diferentes, sin recetas para los demás. 



La sintonía con la vida

Es un hecho natural.     Reconocer lo que es, tomar las cosas como son.   No es resignación, va más allá de la mera aceptación.  Es decir sí con alegría, con fuerza.

Empezar por reconocer que somos hijos de nuestros padres, tal como fueron, a pesar de los juicios posteriores. La vida de nuestro padre y nuestra madre, tal como fue, fue perfecta para que tengamos la nuestra. La fuerza de la vida que está en nosotros es perfecta.  Somos vida y reconocernos "hijos" nos sintoniza con ella.  Ser hijo de es para siempre, cuando morimos seguimos siendo “hijo de.”   Esta vida la reconozco en el momento presente, aquí y ahora.

La fuerza de la concepción es extraordinaria, es pura energía de vida y la biología de nuestra madre desde ese momento vela por nuestra vida, cualquiera fueran las circunstancias.

En mi hay una nueva oportunidad de orden en el sistema familiar y es en el momento presente, dirigiéndome al futuro que se materializa este orden.  Reconocerme como “hijo o hija de” me sintoniza además con Algo más grande.  Permite que nuestra vida fluya espontaneamente en el respeto de la jerarquía natural, de la pertenencia y del equilibrio entre dar y recibir.

No reconocernos como “hijo o hija de” tiene como consecuencia inmediata cortarnos de la vida y de su fuerza. Nos corta del respeto instintivo a los órdenes del amor.  Me aleja de mi grupo familiar y provoca la exclusión de otros y de mi misma.   Este no reconocimiento es a veces sutil…
El querer que fuera diferente, tanto las personas como las circunstancias, es una manera de no reconocer.   Volver a los órdenes del amor es un proceso que empieza por tomar conciencia de nuestro lugar de hijo.

Sólo reconocemos los órdenes del amor por la consecuencia dolorosa de su transgresión. Como dice Bert Hellinger, sólo conocemos los órdenes del amor por sus efectos. Si hemos tomado a nuestros padres, estos órdenes son respetados de un modo implícito. Es el rechazo a los padres, por ende a la vida como es, lo que provoca los desórdenes y la necesidad de conocer estos órdenes del amor.



Sintonía con el Vacío creador

Reconocerme como hija o hijo de mis padres me conecta con lo siguiente: ambos juntos me conectan con Algo más grande. La madre me conecta con la vida y con el equilibrio entre el dar y recibir, el padre con el orden y la pertenencia y con lo cuántico.

La intención del Vacío es crear más vida. Tener más conciencia nos lleva a servir mejor a la vida, sirve para vivir con más plenitud. Tener más conciencia nos acerca a la vida. Algo más grande crea la vida y todo lo que sigue creando lo hace al servicio de la vida. Su intención es que vivamos, comprendiendo y sin comprender, aprendiendo y sin aprender, viviendo. Y ayudando a vivir. Vacío y vida van unidos: la vida creada y deseada por el Vacío, el Vacío creando todo al servicio de la vida. La vida honrando al Vacío por el mismo hecho de ser vivida.


La vida es una manifestación de Algo más grande. Ese Algo, el Vacío, se manifiesta a sí mismo a través de la vida. En las constelaciones vemos una y otra vez que el vacío no necesita que se le rinda honores, lo que necesita es que vivamos totalmente esa vida creada por él. Así es como se siente honrado y agradecido. Somos vida, y al reconocerlo nos transformamos en manifestación de ese Algo más grande, o más bien tomamos conciencia de haber sido esa manifestación desde que fuimos concebidos. Sin necesidad ni posibilidad de comprender, no es algo asequible intelectualmente. Sólo vibramos con ello. Estamos conectados a algo de otra dimensión.

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