Todo el que ha realizado algún
deporte, cualquiera que sea, individual o de equipo, sabe que no se gana un
partido de fútbol, pensando que lo
importante es jugar… Es cierto, es importante jugar pero no nos engañemos: si
juegas es para ganar. También es verdad
que si juegas solo pensando en ganar
vendrá la ansiedad y la tensión, y probablemente perderás el partido. Es paradójico.
En el arte es igual,
“soltura con control” nos
decía Leslie Lee, mi querido maestro,
cuando estudiaba pintura en su taller.
Al abordar la tela en blanco, me
ha pasado que estoy segura de lo que quiero hacer y decido hacerlo. Pero llega
un momento en este proceso en el que
debo parar y reflexionar. Si decido
insistir en lo que quiero, tratando de controlar, echo a perder el
trabajo.
Me pasó una vez en
particular con un cuadro de formato cuadrado que quería fuera todo en distintos
tonos de blanco. No salía insistí, insistí y nada, hasta que empecé a oscurecer
los colores y quedó todo en tonos de grises…y estuve tranquila, supe que así
tenía que ser.
En momentos así, confirmo que tengo que parar para dejarme
llevar, no soy yo la que decide por dónde va el pincel, ni que colores
usar. Es “lo que pide el cuadro.” Cuando
empezaba a pintar y oía este tipo de frases pensaba que era cuestión del argot
de los artistas. ¡Más no! Es verídico.
Es el famoso estado de flujo del que tanto se habla y al que accedemos
sin darnos cuenta y donde habiendo conciencia de uno mismo no hay conciencia
del tiempo.
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